No es sencillo andar por la vida solo, las penas agobian en
sobremanera y los traspiès se sienten como caidas abismales que parecen
nunca alcanzar el fondo para volver a impulsarse. La soledad es una gran
amiga, nos acompaña cuando todos se alejan, cuando todos duermen o se
pierden en sus deberes y obligaciones, en cierta forma esta siempre para
nosotros, pero tambien si nos seduce en exceso carcome, embriaga en un
mar de conformismo, nos vuelve dependientes de la droga del aislamiento,
de nula necesidad del afecto de terceros, nos transforma en seres
temerosos por mas poderoso que deseemos aparentar nuestro porte. El ser
solitario cree encontrarse a si mismo cuando las sombras lo cubren,
cuando el silencio lo cobija y cuando el ensimismamiento se vuelve
absoluto, se cree distinto y ajeno al mundo, incapaz de doblarse ante
los designios de otros y sobretodo incapaz de ver en alguien mas su
bienestar.
Ese era mi semblante cuando te encontrè, ese era el escenario en
el cuàl se representaba la obra de mi vida, con miedos como el que màs,
con inseguridades que se habian convertido en unas pesadas losas
aminorando mi paso, mi postura al caminar entristecida encorvada viendo
siempre al suelo, lucia derrotada antes de enfrentar la lucha. Aùn
rodeado de comodidades semejaba al mas vil de los vagabundos al mas
desdichado de los pordioseros viviendo una rutina tan empobrecida, tan
falta de emociones y quizà lo mas importante, de anhelos que hicieran mi
imaginaciòn volar, que me permitiera soñar, habia perdido tal capacidad
con la que se me habia sido bendecido con sumo amor por mi creador, fui
facilmente derrotado y lo mas triste es que ni siquiera notaba que
quien terminaba dàndome el tiro de gracia era yo mismo.
Andaba en la vida finguiendo ser otro, al tiempo que mis pies se
arrastraban en el suelo al dar el siguiente paso, mi careta perfecta
parecia encantar a los demàs aunque por dentro sintiera un desgarre
total. Ese dia apareciste, sin siquiera buscarte y con tu brillo me
lograste tumbar esa venda que por años habia encegecido mis ojos,
temerosos te contemplaban sin saber bien como reaccionar, veian algo a
lo que no estaban acostumbrados en un mundo de penumbras y penurias, ese
derroche de alegria hizo por primera vez que mi corazon riera,
dibujando con mucho esfuerzo en mis labios una sonrisa quiza rara y
torpe, pero mas autèntica que las miles de carcajadas de antes. Era tal
mi impresiòn, ¿Quièn era esa chica que con solo contemplarla movia todo
mi mundo? ¿Què con solo una mirada curiosa parecia destrozar mi pesada
armadura y ver el interior de mi alma? Jamàs lo supiste pero ese dia
comùn algo dentro de mi naciò, el corazòn me palpito a un ritmo del que
se creia incapaz, ese dia le vi el sentido a la belleza de las flores
volcandola tuya, ofreciendo el canto de los pàjaros en mi despertar como
un himno a lo que me provocabas. Ese dia tan comùn, sin esperarlo y ni
desearlo me enamorè.
Un individuo triste y oscuro parecìa descubrir su verdadera
naturaleza, aquella que con nerviosismo y duda se acercaba a ti,
llevando en sus manos lo mejor de si, un carisma deshecho, una charla
pesada y sin sentido, unos ojos agotados y un cuerpo dèbil que con
dificultad incorporaba el rostro para poder ver el tuyo atraido por la
luz de tus ojos y el conjuro de tu voz, pero tambièn entre mis humildes
ofrendas se escuchaba un repicar, un golpeteo que a cada instante se
volvìa mas intenso, era la armonìa de un corazòn golpeado, empobrecido y
andrajoso pero el cuàl neciamente nunca se dio por vencido esperando
encontrarte, suplicando que lo amaras. Nunca imaginaste lo que en aquel
primer encuentro mi vida se transformò, ni lo que con una gentil sonrisa
y una mano amiga, quiza conmovida por lo que veias, en mi hiciste
nacer, era una necesidad de estar junto a ti, aunque fuera a tu sombra,
de estar contemplando ese porte atractivo y precioso, para el mundo
comùn, para mi el màs maravilloso, jamàs supiste que te vi como una
perla, como la mas resplandeciente estrella de mi firmamento. Como la
guia que dictaria el rumbo de mi destino. Ese sendero que hoy ando con
felicidad, por decidir acompañarme, por regalarme uno de los mejores
presentes que se le puede regalar al ser solitario, la capacidad de
soñar, de descansar a tu lado, de imaginarte en mis brazos.
Nunca lo supiste, no imaginaste que de la noche a la mañana te volviste en mi mas grande anhelo,
que callado a tu lado siguiendo tus pasos me he ido acercando, hasta
que el dia llegue en que mi mano se estire lo suficiente para poder al
fin tocar la calidez de mi estrella, para sentir con mis dedos la
textura de tu piel y para que finalmente reciba mi recompensa, ser a tu
lado el ser pleno que desde un principio fui destinado a ser y del que
solo quedaba la esencia. Por eso aunque no te lo diga nunca, muchas gracias por estar conmigo.
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