Pues vuelvo a la carga con mi historia, se que pueda parecer que se está quedando en el olvido, pero nada de eso. Me disculpo por haber mencionado que la postearía de manera más frecuente, es sólo que estos capítulos se me han dificultado, ya que se me alargaron demasiado. Quiero agradecer sobretodo a R:G:R:M quien desde el principio ha sido seguidor@ de la historia, quizá sea el/la únic@ y por eso el agradecimiento y ojalá continúe a pesar de estos terribles desfaces.
La historia va avanzada. En este capítulo y el siguiente se situará el detonante que se convertirá en el verdadero motor de la trama. Ojalá puedan seguirla, si quieren hacérlo desde el principio aquí les coloco el enlace.
EL VACÍO DEL CORAZÓN
Capítulo V: Desconcierto
Sus susurros rozando el límite de lo audible suenan y resuenan transportándose a la profundidad de cada rincón del derruido paraje. Sólo el golpeteo incesante contra los muros y vidrios rotos son capaces de con su arrullo camuflar sus hablas hacia el interior, en el exterior sólo el viento recorre libre en este territorio hostil. Rick imagina por un minuto ser una brisa, un suspiro capaz de transportarse por el aire con toda libertad y no ser tan propenso a la bala enemiga.
- No tengo el valor de poner en una balanza la vida de… - No culmina, un impacto en la edificación del lado contrario a la avenida le hiela el corazón. Hace gestos a su acompañante sin ser vistos en aquella ceguera total. Aún así, aquel extraño sonido también cimbró sus oídos y cesó por instantes todo movimiento.
- ¡Shhhh! – chistea delicadamente Rick envuelto en un inmenso mar de incertidumbre mezclado con temor. Siempre había tenido su Thompson listo para la acción, más se ha prometido, por la naturaleza de la misión, pasar por aquel sector totalmente desapercibido. Al menos hasta completarla.
Delicadamente asoma la mirada, previendo tal vez el ser sorprendido por una linterna que apartara las sombras absolutas y revelara su posición. Ligeramente aliviado distingue entre la niebla cada vez más densa del paisaje la total ausencia enemiga. Al menos si se encuentran en el edificio de enfrente, no intentan llamar la atención. Tal vez busquen sorprendernos, piensa. Respira profundo.
- ¿Qué sensación tan desconcertante? ¿No lo sientes tú Henry? - Exclama discretamente pasmado.
- ¿A qué te refieres? – contesta aún más extrañado por la alteración tan notoria en la voz y en la actitud del soldado.
- Este lugar me causa escalofríos desde que arribamos, imposible es ser indiferentes a la viciada aura que se puede respirar. – continúa al prestar atención con detenimiento a la oscuridad abundante en la calle, sin poder imaginar aquello que se pudiera esconder inalterado a sus ojos a escasos metros. – Es una sensación incomoda y hasta asfixiante, me perturba cuando estoy en la quietud de la soledad y me oprime en la algarabía de la compañía, en la vivacidad del día o en la tranquilidad de la noche, afectando más allá del límite de mi sueño. Pasa su mano por su cara pretendiendo retirar de sí las miles de ideas que, cual tiraje de imprenta, circulan por su cabeza. Sus ojos ven lo invisible, pero su mente articula situaciones locas, raras o hasta perversas.
- ¿Por qué hablas así? – le interrumpe muy incomodo con la tensión creada por la repentina actitud de Rick. – Yo no noto más que los estragos de la guerra. La destrucción absoluta de lo material al ritmo de poderosas bombas y la desolación y amargura de lo espiritual y las emociones cuando se resienten pérdidas de seres cercanos. – Pero esa es la naturaleza de la guerra – continúa mientras se acerca a él, inquieto por la semilla que ha brotado en su ser por la logrevidad de sus palabras. – Así es en el mundo en que nos desempeñamos día a día y a estas alturas y después de años de lucha ya no debería sorprenderte.
- Esto parece ir más allá, inició cuando aterrizamos en esta tierra, la ansiedad constante. He aprendido a ser indiferente al olor a muerte, a la sensación de asqueo al percibir tu olfato la carne humana achicharrada, la podredumbre del cuerpo a días de haber expirado su último aliento – prosigue con serenidad, pero con temor verdadero que rara vez era capaz de exhibir. – Más aquí se respira una esencia de muerte rodeando todo el pueblo. Tal sensación vuelve más grisáceos los restos, las ruinas; aún afecta a las construcciones en pie. Hace sentir que un ojo te observa a través de los ventanales, desde la bajeza del matorral y desde las alturas de los arboles. Un ojo que no puedes ver; sin embargo, tal vez se oculta en el mismo aire y te observa de frente.
Hacen una pausa prolongada, la cual sólo aumenta la pesadez. Desconcertado hasta la última fibra de su cabello busca Henry, allá donde se dirige la mirada de su compañero la causa y detonante del drástico cambio. No ve más que la total ausencia de formas y vida. Aunque sus ojos son incapaces de notar lo que la mente de Rick si, una inexplicable ambigüedad de sensaciones.
- Sabes, ¿Porqué no dejarlo para mañana? – Le responde ya con su cordura un tanto trastornada y con el habla que despide nerviosismo, pues la tensión creada puede cortarse con una daga. – Mañana podríamos dar la señal y ejecutar todo esto como la norma lo manda. Arriesgamos demasiado al exponernos de esta forma y…
- ¡Imposible Henry! – apresura a contestar en un tono exaltado y demasiado elevado para la quietud del momento y de la situación; el escrutinio en la que se está llevando la misión. – Ha sido precisamente esa sensación angustiante la que nos tiene aquí. La pesadez y sofoco abundantes hace que con la mayor prestancia recuperemos los cuerpos. Hay algo desagradable e irritante en nuestro entorno. Llegando apenas, noté la ausencia visible de vida, un agobio mezquino logró inquietarme y por más que busqué alguna persona no pude hacerlo.
- Millones de personas son desplazados por los conflictos Rick, ese es un distintivo de las zonas de combate. – replica buscando dar tranquilidad con sus palabras más que razonables, por un momento creyó que el hábil y sereno soldado había visto algún especie de ente sobrenatural que lo había orillado a actuar de forma inusual en él.
- No fue sólo eso Henry - contesta ya más tranquilo y olvidándose de contemplar la oscuridad del exterior, poniéndose frente de su amigo; busca darle seriedad absoluta a lo que está por señalar y como ayudado para crear aquella atmósfera, el paso del viento arrecia y comienza a escucharse pequeños proyectiles que sutilmente impactan la superficie desde las nubes donde suspendidos permanecían apacibles. – Mi inquietud se agravó cuando advertí con desconcierto la ausencia de cuerpos. – pausa un momento para indagar hacia el exterior el aumento de la llovizna que a apresurado paso se está convirtiendo en un vendaval, que junto con el vértigo produce un sonido que resuena en todo aquel territorio.
La pausa sirve para que Henry recapitule un poco lo que acaba de escuchar.
- Es cierto… yo tampoco he visto ningún cuerpo, ni rastros siquiera.
- Y se vuelve en un verdadero enigma al considerar que para la destrucción a la que se ha reducido el pueblo y la que hay en esta misma calle donde recién luchamos y que está en ruinas, cientos de hombres debieron haberse enfrentado. La ausencia de un cementerio ó hasta una fosa común envolvieron mi inquietud en un total misterio. Si hubo muertos estos no están sepultado, al menos no de este lado del puente y no creo que los hayan llevado hasta allá ya que aún sin enemigos en los alrededores no hay porque molestarse en transportarlos hasta aquel extremo pudiendo fácilmente incluso incinerarlos, pero ni de eso hay rastros.
Henry da validez a las conjeturas de Rick que apenas minutos antes le parecían paranoicas. El olor a polvo abundante depositado en el sitio lo transporta por un minúsculo instante, al recordar cuando, para vivir, tenía que laborar incesantemente arriesgando su vida en las ricas minas de minerales de Massachusetts, sin duda el mismo olor a muerte percibía aquí, so más viciado aún.
Una ciudad en despojos, remedo de la brillantez que un día pudo poseer. La soledad del parque, la amargura de los negocios y la mortandad constante ahora lo aquejaban de la misma forma y lo hacían temer. Un hombre que jamás le había rehuido a la muerte, ofreciendo su vida en cada lucha por proteger un ideal: su país, su libertad siendo amenazadas por la inexplicable ambición alemana. Sin nunca dudar se jugaba el alma, recargando de valor la imagen que su mente le brindaba de su joven esposa recibiéndolo, guardando en sus brazos a su pequeña niña, sonriente después de su triunfal regreso. Más hoy teme como nunca antes, después de cientos de proezas en el arte de la guerra muestra de su coraje, teme a lo incierto de las condiciones, al poco común desarrollo de los hechos, a ese punzante malestar que Rick ha compartido con él en medio del ahora tétrico paraje.
- Se ha vuelto esencial recuperar los cuerpos de nuestros amigos, es una prioridad ante el repentino giro en el devenir de las cosas. – irrumpe Rick sus pensamientos. Mi mente no hallará tranquilidad hasta que les regalemos una digna sepultura, merecida por tan nobles guerreros. – prosigue con habla ronca y vacilante por la triste emoción.
Los instantes consecuentes vieron aminorados sus ánimos, las respiraciones hondas de los soldados por el vaivén de emociones dan cuenta clara de lo que son sus ocultos gestos. Aún acaecido por el cúmulo de sensaciones Henry puede percibir claramente el silbido apacible que en muchos momentos le había escuchado a Rick, era una delicada melodía plagada de tintes melancólicos y alegres a la vez, esa divergencia hacía imposible olvidarla, para el locutor significaba letargo, espera y tranquilidad. Lo hacía hundirse en un sueño fantasioso al que acudía para aminorar una espera, casi antes de iniciar un ataque. A Henry le producía también un desentono, pues sabía bien lo que significaba. Contrario a sus conjeturas el jovial soldado no pierde la compostura, aún después de haber despertado en él la preocupación a lo enigmático.
- ¡Ahora es el momento! – clama firmemente, lleno de determinación, ayudado desde el exterior por la algarabía desbordante de la lluvia y por los cada vez más cercanos gritos del cielo, los cuáles con destellos que serpean entre las nubes amenazan desatar su furia con atroces estruendos.
- ¡Si… vamos! Asiente aún contrariado por la repentina puesta en marcha. – más, difícil será seguir sin ver en la todavía densa penumbra.
- No te preocupes, recuerdo casi a la perfección cada rincón de éste lugar. Después de lo aquí acontecido dudo poderlo olvidar. – termina al tiempo que coloca su mochila y toma su fusil Thompson con firmeza.
Henry escucha su voz excitada, no por la sangre y la lucha, sino por lo angustioso y misterioso de la encomienda. Intuye lo que tiene que hacer y también incorpora el hasta entonces encorvado cuerpo. Hay algo en Rick que siempre ha admirado, algo más allá de su inteligencia y sagacidad, de las cuáles en varios eventos del pasado ha sido testigo; sin embargo, su mayor cualidad ha sido su temple en los momentos de mayor agobio y premura, rara vez se exalta y pocas veces se deja enceguecer por sus escondidas emociones. Siempre pareciere ir un paso al frente en cada decisión y Henry ha aprendido a reconocerlo y respetarlo, lo cuál lo haría seguirlo hasta el mismo nicho enemigo si así lo sugiriere.
- Escúchame bien Henry, sea lo que sea que nos espere más adelante nuestro objetivo es claro. Nos infiltraremos hasta el sitio donde tendidos quedaron los cuerpos. La lluvia se ha vuelto nuestra aliada. – habla en tono más legible ya que la mezcla de lluvia y viento han dado forma a una cellisca chilladora que han ocultado sus firmes palabras y arrecian aún más, tal vez extrañamente complacida por su mención. – Apenas salgamos tomaremos rápida marcha, tu permanecerás tras de mi y en el momento en que estemos ante la avenida comenzaremos la incursión.
Así continúa explicándole, desde como la avenida sería escrudiñada hasta la última piedra por las enormes linternas que desde el puente son dirigidas, enclavadas sobre el fuerte alemán en busca de cualquier asomo enemigo; hasta la posición donde totalmente inertes fueron abatidos Florian y Thomas. Trata de explicarle la más mínima acción y hasta posibles opciones ante cualquier contingencia que tuvieran que afrontar.
Así inician su marcha rodeados de incertidumbre y adrenalina contenida a punto de derramar. Aunque obligados a llevar a cabo la encomienda bajo un profundo hermetismo por una correcta culminación y por su propia integridad.
El plan fue concebido en ese mismo instante, considerando cada una de las condiciones que pudieran entorpecerla. El primer objetivo de tan peligrosa odisea sería el cuerpo de su gran amigo. Recordaba fácilmente la ubicación ya que había sido el lugar de donde había sacado al capitán Lynn a jaloneos. El plan como tal es muy arriesgado, sobretodo para Rick quien había dejado muy claro el proceder. Llegar al sitio donde ubicado estaba el cadáver de Florian no representaría mayor problema. El había sido abatido sobre la misma calle y no muy alejado del sitio donde se encontraban, no tan alejados de donde iniciaba aquella última cuadra. Allí mismo se separaría con rumbos totalmente opuestos y con objetivos muy contrastantes. Por un lado Henry tendría la encomienda de retirar el cuerpo de Florian del área de riesgo. No era necesario llevarlo hasta donde habían instalado su campamento, sólo alejarlo lo suficiente del brazo enemigo. Allí permanecería esperando el arribo del otro miembro. La responsabilidad de llegar hasta el cuerpo de Thomas sería de Rick, ya que sus habilidades en el avance silencioso le habían ganado el mote de “daga de niebla”, era letal en el cuerpo a cuerpo, pero su mayor virtud era el movimiento silencioso, capaz de ingresar con lentitud o rapidez por cualquier resquicio enemigo, tenía una rara cualidad que lo ayudaba, modificaba el latir de su corazón, pudiendo pasar días enteros a la espera, al acecho de sus víctimas sin realizar la más mínima acción. Sin duda un instinto depredador lo acompañaba cuando tomaba su papel. Él recordaba donde había caído Thomas así que parecía la mejor opción. Aunque para Henry, no todo era convencimiento, Rick se internaría a escasos metros del fuerte alemán que estaría infestado de soldados y aunque confiaba en sus habilidades tenía su propia estrategia a seguir. A regañadientes había aceptado las condiciones, consciente de que dejado el cuerpo de Florian en un seguro lugar, regresaría a brindarle apoyo a distancia si es que lo llegara a necesitar.
Abandonados en la soledad de la habitación del abandonado hotel habían dejado toda su presencia, las pláticas y reclamos fueron sustituidos por un silencio y una soledad inquietante. No hay duda, se han puesto en el papel de la infiltración; a pasos cortos y rápidos semierguidos apuntando cualquier sutil indicio extraño en un estado de alerta absoluta.
Dicho estado es una condición en la que el cuerpo se aísla de cualquier pensamiento y conjetura, en lugar de eso concentra la atención de todos los sentidos a distinguir cualquier muestra de peligro. Es volver nuestra percepción arisca, propensa a exaltarse al más mínimo asomo de la acción enemiga. No hay lugar para el nerviosismo o el titubeo de la que puede ser víctima el inexperto novato. Estos dos soldados lo hacen con maestría, la poca iluminación en este estado ya no es justificación para ser sorprendidos o ser tomados desprevenidos. Sin duda la práctica y experiencia en batallas pasadas han hecho mella en sus estrategias y en su manera de visualizar la lucha. Se conocen casi a la perfección y a pesar de ser un conjunto, han hecho del sigilo en la incursión un verdadero arte y en condiciones tan adversas es una manera ideal para rehuir a la muerte. Es increíble la velocidad a la que se desempeña el cerebro de Rick, en las mencionadas condiciones y rodeado del fusil alemán puede desenvolverse con una completa soltura y aunado a los cientos de posibilidades pre analizadas si algo llegara a salir mal, su tranquilidad y serenidad es de sorprender.
Acallados y con contratiempos mínimos, recorren la mayor parte del recorrido hasta su primera meta. Se respaldan en los despojos de una antigua barbería. Su fachada principalmente formada de vidrios rotos no servirían mucho de refugio temporal, pero si para apartar su presencia de las poco eficaces, ante el arrecio de la lluvia, lámparas que titubeantes peinan la zona. La lluvia, aliada perfecta, irrumpió con aire milagroso, de otra forma difícilmente avanzarían tanto sin encontrarse de cara con el enemigo. Con su incesante precipitación formó una densa cortina que lo único que en ella se distinguía eran miles de pequeños brillos y destellos lanzados desde el interior de las gruesas gotas . Sólo un ojo altamente avivado sería capaz de distinguir formas y movimientos definidos en aquella avenida en ruinas. Además el viento brinda su orquesta sonora aunado a la misma lluvia para proteger los ruidos, por más ordinarios y extraños que fueran.
Allí Rick agita la mano señalando con dos dedos una ubicación, a media calle y a no más de 35 metros. En ese lugar, ante la desventaja de tener las lámparas de frente con su molesto destello, alcanza a notarse un montículo donde se ubica el primer objetivo de la misión.
Rick entiende el mensaje y con el chasquido que despide el impacto de las suelas de las botas a cada paso, a cada impacto con las ligeras charcas acumuladas aquí y allá sobre el suelo. Inician aquel pequeño, pero muy angustiante recorrido que se ve descubierto por momentos desde el cielo por un cegador destello seguido de inmediato de un estruendo prolongado, como miles de cristales al ser despedazados por un pesado yunque. Se inmutan parcialmente por el relámpago y el trueno, no por la sorpresa del repentino folgorio, sino porque sus luminosos efectos los vuelvan visibles y fáciles blancos para los guardias desde el puente o en cualquier sitio al estar en la calle tan expuestos, ya que la tormenta comenzará a arreciar y los relámpagos más frecuentes. Sin embargo la conmoción proviene del sentido menos pensado cuando súbitamente es frenado su rápida marcha al impactarse contra Rick, quien de forma cuanto más extraña ha cesado su avance y permanecido inmóvil, con la mirada perdida en el suelo, perplejo mientras otro relámpago descubre su cara y deja al descubierto el lenguaje de sus gestos, gestos de incredulidad, angustia y temor se dibujan en ella y sus grandes ojos pardos atónitos buscan lo perdido sobre las ruinas.
- ¡No está! ¡No está! ¡No está! – comienza a repetirse completamente ofuscado al tiempo que encorva pronunciadamente su cuerpo para con sus manos palpar el suelo donde hacia horas había muerto su mejor amigo. Su rostro delicado se descompone al hacer rápidos movimientos con sus manos, arrastrándolas por el suelo con un poco de vehemencia, sin importarle sean lastimadas o fracturarse los dedos al impactar con escombros punzantes mientras rastrea aquella zona apoyado en sus rodillas, - ¿Dónde está? ¿Dónde está? – exclama con fuerza mientras prosigue con su labor sin ningún resultado.
El vacìo del corazòn por Rik se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en coyote-solitario.blogspot.com.
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Hola muchas gracias a ti por seguir con el proyecto..
ResponderEliminarMe da gusto que hayas continuado con la historia que prácticamente por lo que visito tu blog
Bueno algunos de los programas que subes me han ayudado en mis trabajos ...
Por el momento solo te agradezco y mas tarde (por la noche) comentare nuevamente que es, cuando cesa el ruido de la tarde que puedo sumergirme con todos mis sentidos , volverme parte de la historia y apreciarla en su máximo esplendor
R:G:R:M
Gracias por seguir mi historia, ya postearé en estos días el siguiente capítulo. La historia se pone interesante en el capítulo siguiente porque se conocerá el fondo de todo.
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