martes, marzo 2

Mi historia: El vacío del Corazón, Capítulo IV

Bueno, se que ha pasado años desde que posteé el último capítulo de mi historia, en realidad fueron sólo 3 meses, pero se que aquellos que pudieron habérla seguido tal vez ya ni siquiera recuerden en que se quedó. Pues por distintas razones me ví obligado a irla posponiendo, si quieren saberlo, la principal fue que veía que mis visitas aumentaban y eso hízo brillar el destello de la ambición en mis ojos, así que quise que aumentara aún más. Después de ponerme a investigar sobre publicidad en blogs y ver lejana y totalmente inalcanzable mi opción de sacar aunque fuera un dolar de ésta labor he decidido sabiamente volver a mis bases. XDDDDDD

La historia va avanzada y tan pronto recupere mi computadora continuaré posteándola. En este capítulo y el siguiente se situará el detonante que se convertirá en el verdadero motor de la trama. Ojalá puedan seguirla, si quieren hacérlo desde el principio aquí les coloco el enlace.


EL VACÍO DEL CORAZÓN



Capítulo IV: Liderazgo


El cielo mismo daba gestos de estar abrumado al, el monótono manto oscuro cubrir todo. El paisaje mortecino, las calles en despojos, sin más adorno que su propia destrucción y viejos autos abandonados ahora terminado el crepúsculo se volvían invisibles al ojo, evitando impregnarlo con el sentimiento de desesperanza con la cuál agobian.

No sólo la luz se había despedido allá en el horizonte, sino que además un cúmulo de pomposas nubes encapotaban el firmamento con un avance apacible, empero, guardando en su interior desafiantes al caos y al tumulto. Aquello que infranqueablemente detona al chocarse entre ellas, cuáles poderosos acorazados impactándose buscando infringirse el máximo daño. Así amenazaba el cielo desde lo alto, con nubes de negrura atemorizante, transportadas por la creciente y ascendente acción de la brisa de la noche, y habían cegado todo en el pequeño pueblo, dejando caer su cortina lóbrega y haciéndolo parecer inmerso en la profundidad del mar ó de la hondonada de la caverna, ausente y privado del más mínimo destello. Era eso, la majestuosa luna y sus fieles y titilantes compañeras no engalanarían con su sutil baile sobre el firmamento esta noche. Los indicios de la tempestad han negado el regalo de la dulzura, pasividad, quietud y serenidad que su hechizante luz provoca, pero sobretodo, ha negado al pueblo de Liempde la claridad.

Ligeros susurros ahogados entre la ventisca dan constancia de la presencia de dos seres, ocultos entre las sombras. Apenas son perceptibles a escasos metros y aunque sus camuflados uniformes les resultan ideales bajo estas condiciones se desplazan titubeantes ante el sobresalto de cualquier sonido; un solo ruido que revele su presencia y los ponga como blanco del fuego enemigo. Habían sido muchas las heridas y pesares de aquel día por lo que una silenciosa y pausada marcha a través de la espesa penumbra pareciese simular un cortejo fúnebre.

Llevaban recorridas varias cuadras, aunque el principal inconveniente se había vuelto aquella limitada visibilidad. Incapaces de encender cualquier fuente de luminosidad que dejara su camino al descubierto, andaban casi a tientas y constantemente tropezando con desgajes abundantes de escombro producto de la destrucción de la batalla y que tapizaban aquella solitaria calle. Parece increíble que alguien se atreva a aventurarse en condiciones tan adversas, deben tener un objetivo clave e importante para arriesgar su integridad y hasta su vida de esta manera. El olor a muerte del ambiente y una profunda tristeza los acompaña, aunque parecen haberla hecho a un lado dando prioridad a su meta.

- ¿Sabes Rick? - le habla Henry con su voz susurrante - no me explico tu actuar con el Capitán, sabes mejor que nadie cuanto tuvo que ver para llevarnos a este catastrófico desenlace... Termina de una forma abrupta, al balancearse y contorsionarse su cuerpo a punto de caer al tropezar con un trozo de madera oculto por la invisibilidad en el suelo.

Rick voltea a verlo haciendo un gesto recriminador, aunque también inútil, apenas puede ver la silueta de Henry que con una risa burlona mezcla de pena y nerviosismo por el incidente se coloca a su lado. Ninguno de los dos es capaz de ver con claridad al otro. La penumbra convertida en vendas trunca su capacidad de discernir formas y el nerviosismo producido por el más ligero sonido comienzan a distorsionar su percepción.

- Ten cuidado. - Le dice un tanto molesto y a la vez con comprensión - lo peor que pudiera pasarnos sería el ser descubiertos. Nos tendrían como animales en matadero. Se sigiloso y toma eso en cuenta cada vez que vayas a dar un paso.

- Lo siento. Tendré mas cuidado y evitaré cometer el mismo error - replica con un claro dejo de culpa. No deja de llamar la atención como un hombre tan grande y de abundante musculatura, torna su voz y actuar al momento de hablar con aquel joven.

- Esperemos aquí un momento, A estas alturas debemos analizar cuál será nuestro proseguir - susurra mientras que coloca su pesada mochila y fusil sobre el piso intentando ser lo más silencioso que su propia humanidad se lo permite. De forma titubeante se acerca a aquella esquina y asoma su mirada buscando darse una idea clara de los detalles abundantes en aquel escenario.

Aquella era la calle del terrible combate, pero una cuadra atrás, aunque invisible, el aspecto era desolador. Era una larga avenida, la principal del pueblo de Liempde, con edificios totalmente destruidos por crónicas luchas pasadas; iba en dirección al este hacia el puente, símbolo de la frontera entre la resistencia germana y las pantanosas tierras holandesas, allá donde atrincherados, los enemigos habían plantado su refugio. Este lugar desde el momento de pisarlo por primera vez le había transmitido un sentimiento amargo que ahora de manera exponencial crecía por ser el lugar de muerte de sus amigos. Edificios, casas y construcciones parcialmente en ruinas y que en otro tiempo fueron populosas viviendas. Ahora solo quedaban paredes en escombros, losas de concreto colgando totalmente vencidas. No era capaz de verlo, pero conocía a la perfección el color polvoriento y un tanto lúgubre de aquella zona. Cualquier color alegre y vistoso descansaba sepultado por una ligera capa de restos pulverizados producto de la refriega de las bombas y sus explosiones, y estas condiciones eran constantes en todo el trayecto hasta la guarnición alemana.

Rick avispa su mirada, más como acto del reconocimiento que porque pueda ver algo en realidad de la desolada avenida, oculta casi completamente en un mar de penumbras que ahoga todo el lugar y que a cada instante se agrava, al concentrarse a cada minuto de forma amenazante las pesadas nubes del cielo. Recuerda el sitio, pero comprende que eso no basta para aventurarse por allí. ¿Qué buscan en un lugar del cuál guardan tan trágicos e hirientes momentos? Es el lugar donde se transformaron las ideas que guardaban del conflicto, donde sus semblantes cambiarían para siempre volviéndolos más sombríos por las dolorosas pérdidas y donde sin notarlo habían modificado también su temperamento.

Se vuelve y pasa la mano por su cabeza pesadamente, la deja un momento masajeándola como un claro ademán de desconcierto. Se dirige a donde había permanecido de manera apacible Henry, ajeno a las miles de conjeturas de su compañero. Toma su mochila y se la vuelve a colocar en su espalda.

Entraremos en este hotel. Es imposible continuar en el trayecto que nos aguarda incapaces de ver nada. Hay algo en este lugar que siempre me ha turbado. - Habla al iniciar la marcha - El hotel tiene su fachada destruida, así que ingresar no será problema. Seria un error quedarnos aquí, en la intemperie de la calle a esperar a que aparezca un tanto la luna y con su resplandor aparte estas penumbras.

- Claro. - contesta Henry mientras le sigue el paso.

Apenas dan vuelta a aquella esquina y rápidamente ingresan en el hotel por uno de los muchos boquetes de su fachada, abiertos por un pasado bombardeo. Ya dentro se sientan un momento. Con la protección brindada por aquellas ruinas son incapaces de ver y de ser vistos.

- Aquí aguardaremos a que la oscuridad cese y nos permita seguir, no le veo sentido a continuar a tientas en tan peligroso escenario. - concluye mientras se postran cuáles delicadas aves anidadas ante la tormenta y asoma un poco la vista hacia afuera a través del agujero intentando inútilmente distinguir algo.

Un objeto a lo lejos parece balancearse bajo el desliz de la brisa despidiendo un seco y rechinante canto.

- Me parece increíble que, como humanos, hayamos sido capaces de conquistar la tierra con una vista tan pobre y limitada. - habla en voz muy baja con un tono molesto por no poder seguir con aquella encomienda.

- No me has contestado lo que hace minutos te cuestioné Rick, porqué tienes consideraciones con ese hombre después de todo lo que ha hecho. - habla apenas audiblemente, consciente de la situación en la que se encuentran, pero aún así de manera inquisidora.

Un silencio prolongado se apodera del lugar mientras en el exterior, el cada vez más potente impulso del viento con su inconfundible aullido, comienza a hacer estragos en el sereno devenir y la calma. Dentro de la derruida habitación la sombra es absoluta y vuelve imposible distinguir gestos o ademanes. Henry comprende que por el silencio guardado le irrita un poco la pregunta, aunque es algo que tenia que hacer, en su respuesta busca comprender los motivos que lo orillan a tener una visión tan contrastante con la que él tiene de los hechos. Quisiera que Rick también compartiera ese rechazo incontrolable que está sintiendo, buscando darle algo de validez a su hostilidad desenfrenada y cada vez creciente hacia el capitán Lynn.

- ¡Sabes Henry! Tal vez a mi corta edad hay algo que me ha quedado claro - dice de manera clara y calmada, contraria a la parquedad en las palabras que Henry hubiera podido esperar. - El honor y orgullo no son atributos que se te regalan, es algo que se adquiere. Tu no naces transpirando valentía; la obtendrás con acciones; a cada instante a cada momento. El capitán está destrozado debido a que ha descubierto que su mundo se ha derrumbado, que el orgullo del que fue dotado por su nombre se cimentaba en lo irreal, ha descubierto que en la guerra hay que labrarse su propio nombre y que no solo se atribuye a la asertividad y melodía con la que te expresas, sino a cada acción que realizas, a cada gesto que regalas.

- Tú te has ganado ese respeto Rick y lo has conquistado a pulso. - le interrumpe reconociendo su labor y encontrando en sus palabras razón.

- Y no ha sido fácil ser merecedor de tu confianza, ni la de mis compañeros. - dice a voz un poco mas alta buscando sus palabras sean escuchadas, las cuales se les pudiera encontrar un aire de pretensión, mas por la soltura del habla no es algo que busque conscientemente. - Tu guardas simpatía conmigo porque no te he dado motivos para lo contrario, pero se sobrevalora por el hecho de compartir una misma causa, un fin último similar. En la guerra miles de personalidades se reducen y simplifican a dos opciones opuestas, incapaces de aceptar un punto medio ni cualquier ambigüedad; aliados y enemigos encasillan las causas de nuestra lucha. Sin embargo, hay miles de mentes con distinto raciocinio, aún en el mismo país hay miles de razones que motiven el enfrentamiento, todas ellas combaten a su modo por cuestiones distintas y, aún así, cada causa es tan válida como la de los otros. - dice claramente sin su mensaje ser diseminado por el murmullo en aumento de la ventisca. – Valor y gloria no son metas fáciles de conseguir, al menos como lo dijo nuestro capitán, éste no se adquiere por el más bello y conmovedor discurso. Son cualidades que se templan cuidadosamente; se acuña el derecho de ser escuchado; se labra en cada acción, en cada palabra, en cada gesto y hasta en la simpleza del más sutil ademán se refuerza. Somos tan predecibles que en cada uno de estos detalles podemos descubrir nuestra verdadera naturaleza.

- Yo he aprendido ha admirarte – contesta en un tono muy solemne sin darle oportunidad de continuar. - Siempre haz sido capaz de demostrar inteligencia y vivacidad. Aún en las situaciones más complicadas, nos haz alentado siendo presas de nuestros más profundos miedos y temores. No se si llamarlo capacidad o don, más siempre me reconforta y da seguridad andar a tu lado. – termina, reflejando una admiración auténtica.

- Es algo que te agradezco, mas te pido que no me sobrevalores, no lo hagas nunca, ya que puedo tener los mismos defectos que hoy rechazas y aminoras. Has idealizado destellos de mi persona y los has maximizado y eso es nefasto, porque te hace caer en el mismo error una y otra vez. Se rebuscado a la hora de catalogar amistad y liderazgos, no te niegues ser selectivo, pues en decisiones como ésas radica tu seguridad e integridad. Permite a tu ojo ver más allá de las apariencias, porque nosotros somos lo que puedes ver y no lo que llegas a imaginar.

- Mmmm… - Muge en tono molesto, empujado por un sentimiento de resignación por la manera en que Rick sale de la charla y también la manera delicada en la que escapa de la responsabilidad. - Buscas aminorar tu importancia y eso es algo que me incomoda. Ha sido eso lo que nos ha hecho caer en el estado en el que nos encontramos actualmente. Le rehuyes al mando cuando en repetidas ocasiones has mostrado tus dotes de líder. Ahora, ayudado por abundantes palabras lo haces nuevamente y además no explicas ni queda clara la defensa del capitán. – replica con un tono de voz cada vez más subido de tono.

- Ya habrá tiempo de sobra para profundizar en estos temas – contesta un poco agobiado y con preocupación ante el temor de que la charla se prolongue y pueda dar rastro o indicios de su posición al bando enemigo, los cuáles no duda que como centinelas rastreen los alrededores. – Una cosa te dejo clara, yo no tengo la potestad ni me atribuiré el derecho a juzgar sobre los errores de los demás. No soy quien para decidir sobre la vida y la muerte y, aunque sonará extraña mi afirmación en medio de este infierno en que nos encontramos y de la cuál somos los principales actores, infiero que hay una diferencia radical entre éste asunto y el fragor de la lucha. En el combate y ante el enemigo nos jugamos la existencia misma, así lo hemos elegido. Tu mismo has dado la potestad al contrario de tomar tu vida valiéndose de los recursos de que disponga y la misma atribución tienes tú; sin embargo, señalar una pena apartada de esa regla, implica ser consciente de tus actos y todo lo justo y válido de la sangre derramada en la batalla se pierde, ya que alejado del combate te conviertes en juez de la vida de otro. Tal vez suene tonto, pero es el último peldaño al que me aferro para soportar el asfixiante olor a sangre del que se han impregnado mis manos de todas aquellas vidas que he tomado, es mi escape del sofoco y la asquedad que a mí mismo me provoco. – su voz amarga y lastimera es auténtica, reflejo de una pena y agobio permanente en su pecho que le carcome cuando vienen a su mente los recuerdos. – El capitán aún tiene mucho que contar, en éste momento ha tocado fondo y descubrirá que sumido en el abismo en que se encuentra, su único camino es escalar hacia la salida, empujado por su orgullo. Y yo que ahora tomo la responsabilidad del liderazgo no le privaré de ese derecho.

Henry calla, con un sabor agridulce producido por la última intervención de Rick. Le alegra escucharlo tomar su posición de lider, en contraparte todo lo referente al capitán Lynn le amarga el ánimo. Acomoda su cuerpo y queda inmerso en sus pensamientos y recuerdos en medio de la tormenta que está por desatarse.



Licencia Creative Commons
El vacìo del corazòn por Rik se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-SinDerivadas 3.0 Unported.
Basada en una obra en coyote-solitario.blogspot.com.
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3 comentarios:

  1. hola que bien que continuaste con la historia estare pendiente para el proximo capitulo

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  2. Muchas gracias por continuar con el seguimiento de la historia. Espero mañana poder poner el siguiente, ya que se pondrá interesante.

    Me alegra que la puedas seguir.

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