Aquí podemos ver una pequeña cruz sobre la roca, parece haber sido hecha por un dedo, pues mantiene una huella redondeada.
Debajo de San Pablo, comunidad de la Ribera fernandense se encuentra el río Verde.
Tardeando en su tierra en ardua tarea de labranza Don Goyo divisaba el cielo. Conocía bien el tipo de nubes y por ende decidio pausar su faena para, en la medida que su cuerpo ya entrado en años lo permitía, apresurarse a cargar su yunta con la carreta. No era el miedo al agua lo que lo apresuraba, en ello la gente de campo esta muy curtido. Era el hecho que su tierra estaba en el lecho del río, sobre una fértil vega y este era un paso obligado en su sendero hacia su hogar.
Llevaba dias lloviendo y aún no se reflejaba en la plácida corriente del rio, pero esta tormenta venía de aguas arriba y eso significaba que en cualquier momento se pudiera obstruir su paso y tener que dar un recorrido mucho mas largo.
A punto de llegar a la cuesta para abandonar el río paso bajo de esta piedra, la cual se ubicaba metros más arriba. Con la lluvia ya arreciando y los truenos iluminando ocasionalmente la tarde noche, se perdio el estruendo de la roca desprendiéndose y precipitándose, tomándolo por sorpresa. Hubo poco que hacer, su yunta, su carreta y el mismo quedaron aplastados en un instante.
Fue un triste final para un hombre tan querido y la cruz estampada nos recuerda lo frágil y efímera que se vuelve la vida. Porque tal vez nos toca la mala suerte de pasar por donde esta la muerte o simplemente ahi nos estaba esperando.
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